Ana María Simón es un ícono de la cultura venezolana en todo su derecho: su país la vio crecer y desarrollar su voz en múltiples facetas desde sus memorables inicios en la radio hasta su impecable trabajo en el teatro y la televisión. Su extensa carrera la ha llevado a ser presentadora y creativa detrás de shows como “El Monstruo de la Mañana” y “Un Mundo Perfecto”, y a destacar como actriz en producciones de la talla de “Ciudad Bendita”, “Arroz con leche” y “La Mujer Perfecta”.
Su recorrido la ha llevado a ser inmigrante dos veces, a enfrentar los misterios de la maternidad desde su sencillez, y a compartir su experiencia de vida con el fiel público que la acompaña con su encantador sentido del humor. Su naturalidad, chispa e ingenio han sido su carta de presentación y la han establecido como una de las venezolanas más destacadas en los medios de comunicación, y a brillar, –plena y feliz– desde su encontrado y merecido lugar en el mundo.
La Guía Cultural se sentó a conversar con ella en medio de su gira por los Estados Unidos, en la que hablamos de sus más recientes pasos y el de re-descubrimiento de su persona después de la inmigración.
- ¿Cómo surge “Permitido Equivocarse”? ¿En qué te inspiraste para hacer este show?
“Permitido Equivocarse” surge en pandemia. Ese era el nombre del show que tenía para mi próximo Stand Up, pero en algún momento mi compañera Paula y yo estuvimos conversando para tener un proyecto juntas y yo dije: “este es el nombre de nuestro show”. Es el nombre de nuestro podcast porque queríamos hablar de esto, de reivindicar un poco las equivocaciones y entender que de las equivocaciones es de lo que más aprendemos.
El nombre como tal viene del primer día de clases de mi hija en Madrid, de su colegio nuevo, donde el profesor escribió eso en la pizarra y esa fue la bienvenida que le dio a sus alumnos. Cuando yo vi eso, dije: “esto va a ser el nombre de algo que voy a hacer”. Y me pareció genial porque le da a los niños la tranquilidad de saber que equivocarse no es un pecado.
2. ¿Qué es lo más satisfactorio de salir de gira por un país tan complejo como Estados Unidos?
Yo no veo a Estados Unidos como un país complicado. Yo creo que cuando uno emigra, si uno va con la mente abierta, entendemos que los países son países. Unos más complicados que otros, pero eso también está en nuestra cabeza: el des-complicar las cosas. Y para mí, Estados Unidos es un país más donde lo más satisfactorio que he encontrado con la gira es reencontrarme con la gente. Si bien es cierto que uno es venezolano, también es cierto que estamos todos regados por el mundo y que –lamentable o afortunadamente– no nos vemos en un mismo lugar como nos veíamos antes. Es muy satisfactorio el reencuentro porque volvemos a estrechar lazos con los nuestros.
3. Te has presentado antes en Nueva York, ¿qué magia distinta tiene La Gran Manzana de otras ciudades?
Tanto Paula como yo nos hemos presentado antes en Nueva York. No tengo los detalles de dónde lo hizo Paula, pero yo me presenté en el Repertorio Español de la mano de Fernando Then, quien es profundamente solidario con los venezolanos que queremos pasar por allá y el espectáculo me parecía perfecto para presentar en ese espacio. Creo que esto fue alrededor del 2016, y fue increíble. Cuando te presentas en Nueva York, te presentas en el epicentro cultural de los Estados Unidos, donde pasa todo y, de alguna manera, te sientes parte de toda esa magia por grande o pequeño que sea tu espectáculo. Estás ahí. Para mí fue muy satisfactorio, y estoy muy feliz de poder regresar.
4. Has sido parte de muchos shows maravillosos a lo largo de tu carrera, ¿cuál ha sido el más transformador para ti como artista?
“Soy de Pura Madre” fue mi primer Stand Up y, sin duda, ha sido el que más me ha transformado porque implicó parir a la criatura desde cero. Todo ese proyecto tuvo que ver con mi embarazo, con mi proceso de ser madre, luego de estar tantos años diciendo que no iba a serlo, y fue un segundo parto. Ya había parido a Micaela, y me tocó parir a este Stand Up: escribirlo, producirlo, dirigirlo, presentarlo, girarlo –lo hice de la mano de unos productores maravillosos que es la gente de Real Fun– pero, al final, el embarazo y el parto lo hice yo sola, y luego ellos entraron al duelo. Sin duda, ese ha sido el proyecto que más me ha transformado y con el que, además, estuve más años en escena: fueron casi 5 años presentándolo, cumplió su ciclo, uno maravilloso, y sí siento que mi carrera tuvo un punto de inflexión allí.
5. ¿Tienes algún ritual antes de salir a escena? ¿Cómo se prepara Ana María antes de subirse al escenario?
Sí tengo un ritual: lo primero que hago es rendirle homenaje al escenario y darle mi agradecimiento. Tengo un rezo que no puedo decirlo en público porque es muy privado, pero es un rezo que hacía sola con mis productores, y ahora lo hago con Paula en el podcast. A mí me encantan los rituales y subirse al escenario es un momento para honrar y agradecer esa posibilidad.
6. Los venezolanos te siguen a donde sea que vayas, pero ¿qué es lo que más extrañas de estar en tu país?
¡El clima! Y sentirme en casa absolutamente, saber que ese era mi hogar, que no tenía ninguna duda de ello. Las dos veces que he emigrado, una me sirvió para cometer todos los errores posibles, y la segunda fue para cometer menos. Y yo creo que, definitivamente, todo es una cuestión de actitud. Uno extraña algo, o a alguien, y puedes decidir no hacerlo desde el dolor. Eso es una decisión que hay que tomar. Así que es verdad que extraño a Venezuela, extraño a El Ávila, extraño todo lo que extrañamos los venezolanos, pero también he entendido que si no puedo estar allí por los momentos, no voy a dejar de disfrutar lo que estoy viviendo porque no quiero caer en la nostalgia. Como dicen por ahí: “la nostalgia es una trampa”.
7. Te ha tocado ser inmigrante dos veces, ¿cuál es la lección más grande que te ha tocado aprender?
Que no estamos empezando de cero. Eso que dicen: “yo me fui para Nueva York, yo me fui para Madrid y empecé de cero… No”. Tenemos que tener conciencia de que venimos con una cantidad de conocimiento y experiencia a cuesta y que, independientemente de que no puedas ejercer tu profesión, esa experiencia es experiencia de vida. No estamos arrancando de cero. También he aprendido –en Madrid, sobretodo– a alejarme de los tacones, de las pestañas postizas y de la peluquería. He aprendido a vivir de forma más relajada y austera, y soy mucho más feliz. El rush de Norteamérica me tenía muy agobiada, y no era la vida que quería tener. Y me alegra haber podido encontrar mi lugar en el mundo, me alegra que solo me costó emigrar dos veces para llegar allí.
Lo otro que me ha enseñado es que puedo vivir muy bien con muy poco, y que eso no significa no seguir siendo ambiciosa. Yo lo soy, y quiero tener dinero, y lo tengo, y quiero tener más. Pero también he aprendido que muchas veces nos llenamos de cosas que no necesitamos, y aplico toda la sabiduría de Marie Kondo, y vivo realmente con lo que quiero vivir a nivel material, y no acumulo.
Ahorita –que estoy en los Estados Unidos de gira– estoy impresionada porque me meto en cualquier tienda, miro y compro exactamente lo que necesito o lo que realmente quiero. Pero recuerdo que mi forma de consumir antes –bien sea ropa, zapatos, carteras, lo que sea– era mucho “por si acaso”, y me llenaba de cosas innecesarias… Ahora soy más austera y soy mucho más feliz.
8. La inmigración, muchas veces, lleva a una reinvención de la identidad que va muy ligada a lo que hacemos, ¿cómo se define Ana María Simón hoy en día?
Me conozco mejor. Soy mucho más maleable. Ya no me quita el sueño si un plan no sale literalmente como yo quiero. Fluyo con lo que va ocurriendo. Esa frase tan cliché de: “lo mejor es lo que pasa” es mi máxima en la vida porque yo he luchado mucho para que las cosas salgan exactamente como yo quiero, como yo lo había planificado, y la vida no va de eso. La vida va de que los planes cambian, y con los años te das cuenta de que mientras más maleable puedas ser, mejor vas a llevar esa posibilidad de que ocurran cambios en tu vida. Y no te vas a amargar, y no te vas a frustrar. Y sigo procurando lo que quiero –no significa que ahora me voy con el flow– pero en ese camino ocurren cambios que a veces no están previstos, y ya no me quitan el sueño. Me he convertido en una persona muy práctica y, si ocurre un cambio importante, simplemente resuelvo en base a eso que cambió. Y me lo disfruto.
9. ¿Qué tienes pendiente? ¿Cuál es el próximo proyecto que quieres desarrollar?
Quiero hacer cine. Voy a hacer cine: mucho, mucho. Voy a cumplir 50 años en el 2023, y siento que mi vida está comenzando otra vez. Hay que dejar que las cosas fluyan, mientras las vas trabajando, y siento que estoy recomenzando de una forma deliciosa porque ya tengo toda la experiencia que tengo, porque no estoy comenzando desde cero, y tengo mucho más claro que visualizando lo que tengo en mente, se va cumplir de la manera que sea y, si no se cumple, es por algo mucho mejor que viene en camino.
10. Un mensaje para el público que te espera en Nueva York.
Sé que hay muchísimas opciones en Nueva York. Muchísimas, y las tienen ahí para ustedes. Lo que no sé es cuando regrese, porque vivo en Madrid, y sabemos lo que implica cruzar el charco, así que yo les propondría que, si tienen chance de ir a vernos en el podcast, se van a divertir muchísimo, y todo lo demás que quieran ver en Nueva York, van a tener el resto del año para hacerlo, pero a nosotras solo nos van a tener ese día.
“Prohibido Equivocarse” se presenta este domingo 13 de noviembre a las 7pm, de la mano de Ana María Simón y Paula Arcila en el legendario SOBS de Nueva York. Tickets a la venta en https://permitidoequivocarse.com/