photo-of-a-woman-thinking-941555

Ansiedad VS Productividad

La presión por mantenernos productivos a costa de lo que sea y los trastornos de ansiedad que sabotean todo intento de estabilidad, se han convertido en los roommates que nadie ha invitado a convivir bajo nuestro mismo techo.
- Recomendamos -

Oye, está bien no ser productivos en medio de una pandemia mundialDe verdad. Tómatelo con calma.

Lo más difícil –si es que acaso podemos elegir una sola cosa– de esta cuarentena no es la soledad, sino los demonios internos que nos hablan para sacudirnos el piso. De la cama a la nevera, del celular al televisor, de la ventana a la computadora: nuestra mente no nos da un break, que es derecho de cualquier persona en un país civilizado. No hay yoga, ni incienso que valgan contra los aterradores escenarios que nos bombardean en la cabeza, dignos de una película de Hitchcock. “¡Basta! No pienses en eso ahora. No hay nada que puedas hacer”, pero lo sigues pensando… ¡Es todo! Es la renta, el mercado, el trabajo, la familia, la angustia, las muertes, la pandemia. Podemos coincidir en que estamos viviendo una experiencia traumática colectiva, pero no nos dejan vivirla en paz. Encima nos viene la presión de mantenernos productivos cuando allá afuera está ocurriendo en vivo y directo un capítulo de Black Mirror que nadie quiere ver: pero no podemos cambiar el canal, no podemos apagar la tele. Está pasando y es real. La presión de trabajar desde casa (como si no pasara nada) o de invertir toda la cuarentena (desempleados) con la ansiedad de desarrollar ese proyecto personal que nunca hiciste por falta de tiempo… ¡Y ahora sí que hay tiempo!, pero nunca han faltado más las ganas. El “si no sales de esta cuarentena con una nueva habilidad es porque te falta disciplina, no tiempo” se puede ir al infierno. Tranquilo, respira. Yo tampoco me he quitado la pijama. También me está matando la ansiedad. Estamos juntos en esto. 

Desde hace un tiempo, me he obsesionado con el tema de la salud mental. Siendo una persona que ha sufrido de ansiedad y depresión por años, entiendo completamente el brote de trastornos que han surgido a causa de este encierro obligatorio y necesario para nuestra supervivencia. La lucha constante entre nuestra mente y nuestras ganas de echar para adelante son una batalla constante que nos deja agotados, inertes. Probablemente lo has escuchado miles de veces: “¡Vamos, anímate!”, desde la inocencia de quien te quiere y no sabe todos los demonios que viven en tu cabeza y te controlan. Si fuera así de fácil, todos seríamos felices. 

Recuerdo cuando vi por primera vez la película Inside Out de Pixar, y yo lloraba y lloraba ante la mirada confundida de mi esposo que no entendía por qué. Sí, yo soy bien llorona y sentimental, pero había algo que me tocó el corazón profundamente. (Spoiler alert: por si no la has visto, corre a verla; pero se trata de las emociones –felicidad, tristeza, rabia, miedo y disgusto– que viven en nuestra mente y cómo se pelean por el control para enfrentar la vida de la persona que “guían” de la mejor manera). Me preguntaba: “¿dónde está la felicidad en mí? ¿Será que es tan pequeñita, débil y flaca que todas las demás emociones se la llevan por delante?”. No estaba en mi mejor momento, pero ese recuerdo nunca salió de mi cabeza. Empecé a preguntarme qué puedo hacer yo para ayudar a esa felicidad a manifestarse más a menudo, cómo la engordo, qué vitaminas le doy para que tome el control de mi mente y le dé una patada a la rabia, el miedo y la tristeza. 

Ciertamente, la salud mental es toda una ciencia. Toma años conocerte, educarte e informarte de qué maneras puedes drenar ciertas cosas que te agobian, de qué otras puedas dejar ir las cosas sobre las que no tienes absolutamente ningún control, y cómo fortalecer aquellas que te hacen feliz todos los días: el secreto está en los pequeños detalles, esos pasos chiquiticos que nos llevan a sentirnos mejor. 

En esta cuarentena –en la que todos nos hemos sentido perdidos, tristes, angustiados y desesperanzados– resulta muy difícil mantenerse útil las 24 horas del día. Me da urticaria cada vez que veo un post de: “¡vamos, muchachos! Es el momento de hacer eso que siempre han querido hacer. Shakespeare escribió El Rey Lear Macbeth en una cuarentena”. ¿Qué le pasa a la gente, vale? Felicidades para William y su productividad, pero no todos podemos aislar nuestra mente para crear obras maestras. Entre la tele, las redes y los mensajes de WhatsApp que no nos dejan aislarnos de la realidad, es fácil sentirnos culpables por no estar en nuestro mejor momento. Empecé a pensar que quizás el mundo nos presiona demasiado para seguir adelante cuando no estamos listos. A veces es necesario tomarnos una pausa, a veces parar y tomar aire es todo lo que el cuerpo nos está pidiendo.

Así que hoy estoy aquí para decirte que eso está bien, que tienes todo el derecho de pasar un día entero en la cama llorando y preguntándote por qué está ocurriendo todo esto. ¡Oye, de verdad, está bien no ser productivos en medio de una pandemia mundial! Está bien detenerse y dejar que la mente drene lo que tenga que drenar. Está bien quedarse en pijama un par de días y perderte en tu Netflix mientras te terminas el pote de helado gigante que juraste no tocar sino en caso de emergencia. Tenemos miedo, nos sentimos paralizados. No podemos deshacernos de nuestros temores hasta enfrentarlos cara a cara, no podemos vencer lo que no tiene nombre, no podemos continuar hasta hacer las paces con lo que nos perturba. Y así como Nueva York se depura del virus mediante una pausa, nosotros nos aislamos y hacemos lo mismo. No hay otra manera de continuar.

Admiro mucho a la gente que se mantiene positiva y optimista sin importar qué. Mi esposo es uno de ellos, y creo firmemente que nuestra relación funciona así de bien porque él me levanta y yo le doy una dosis de realidad –de ahí eso de que los opuestos se atraen–. Admiro a la gente que vive de animar a otros. Quizás esos coach motivacionales entienden algo que nosotros no –¡y cómo los envidio!–, pero estoy aquí para, desde mi propia experiencia, apoyarte, darte un abrazo verbal y compartirte las 10 cosas que a mí me han ayudado a salir del agujero negro y conectarme con la luz que me deja ver que no todo está tan mal. Aquí van:

  1. Pity Party in ma’ house: de vez en cuando necesitamos sentarnos un ratico en la mugre y sentirnos mal por nosotros mismos. Escuchar música triste, ver pelis que te hagan llorar. Está bien guardar luto por las cosas que nos agobian, está permitido tener un duelo por las cosas que no han salido bien, por lo que no hemos hecho, por lo que nos aterra. Me he dado cuenta de que mientras más trato de ignorar esos sentimientos y de mantenerme ocupada para no pensar en ellos, más crece la bola de nieve que me golpea y me deja inerte. Enfrentarnos a las cosas que nos lastiman le quitan poder. 
  2. A pararse de la cama: Hay que tomar pequeños pasos para que no sea tan difícil continuar cuando el miedo nos paraliza: salir de la cama es lo primero. Una cosa a la vez: date una ducha, córtate las uñas, vístete con algo cómodo y limpio, maquíllate, péinate. Esas pequeñas cosas nos van subiendo el ánimo. Ten paciencia contigo mismo: todo pasa. 
  3. Rodéate de cosas que te pongan de buen humor: Hay que sacudirse ese Pity Party con todos los hierros. Pon tu música favorita a todo volumen y báilala. Salta, muévete, suda. Pon esas películas que te sacan carcajadas sin importar qué. Recurre a la comida que te hace feliz. Dedícate a consentirte un ratico todos los días, lo que sea que eso signifique para ti: hacer ejercicio, crear, componer, pintar, escribir. Es una responsabilidad dedicarnos tiempo y nutrirnos con las cosas que le hablan a nuestra propia alma. 
  4. Haz una lista de las cosas maravillosas que tienes en tu vida: sí, el mundo actualmente está pasando por una muy mala racha, pero hay cosas que siempre prevalecen: tu familia, tu pareja, tu perro, tus amigos, tu casa, tus proyectos, tus sueños que siguen intactos. Escribe todas las cosas que tienes y te hacen feliz y ponlas en un lugar visible que puedas leer todos los días.
  5. Haz un mapa de proyección de sueños: qué quieres hacer cuando pase la pandemia, qué cosas quieres cambiar, y cuáles de esas cosas puedes iniciar ahora. Ponles fecha y lugar. Organízate sin que eso te cause presión, que sea algo que te motive: esto es para ti, a tu propio ritmo. Traza un plan de pasos necesarios para cada uno: darles orden, te dará claridad.
  6. Limpia tu casa: saca la ropa que ya no uses y agradece por el ciclo que cumplieron contigo; la que esté en buen estado, ponla aparte para donarla. Limpia todos los rincones, ordena tu clóset, los gabinetes de la cocina. Purifica. Cuidar lo que nos rodea y mantenerlo en buen estado, nos ayuda a hacer una parte por nosotros mismos. Si estás en un ambiente agradable y limpio, te contagiarás de esa buena energía.
  7. Organiza una agenda para tu día a día: con una cuarentena ilimitada, con trabajo o no, eres dueño de tu tiempo. Ponte horarios, aliméntate bien y organiza tu día alrededor de lo que tienes y quieres hacer. No te quedes en pijama, ponte metas reales y ve haciéndolas poco a poco. Si hay un día que necesites para ti, tómalo sin remordimiento, pero trata de crear una rutina amigable que te ayude a mantener tu norte.
  8. Haz una lista de todas las cosas que te preocupan: anótalas todas, visualízalas, enfréntalas. En mi experiencia, ver de frente lo que me aterra me ayuda a buscar soluciones y posibilidades para salir de la tormenta. La incomodidad nos invita a crecer y no quedarnos inertes.
  9. Proponte un proyecto que te motive y, sin presión, dale un poco de tu tiempo todos los días: escribir un libro, iniciar un canal de Youtube, pintar un cuadro, intentar nuevas recetas en la cocina, armar un rompecabezas, cualquier actividad o plan que te divierta y anime. Se trata de algo que puedas ir construyendo poco a poco y que te dé la satisfacción suficiente para pararte de la cama.
  10. Conéctate con los tuyos: una cosa es estar aislado; otra, estar solo. No dejes que esta cuarentena te consuma en la soledad. Repórtate con tus seres queridos y chequea cómo están ellos. Haz planes para ver películas o comer juntos a través de Skype, Zoom o Facetime. Descarga aplicaciones como HouseParty para jugar digitalmente con tus amigos. Si vives con alguien, dedícale tiempo de calidad para interactuar. Las penas son más llevaderas cuando se tiene buena compañía. ¡Ánimo!

Definitivamente lo que está pasando será algo que veremos en los libros de historia y que le contaremos a futuras generaciones. Quizás este horrible e injusto virus llegó para recordarnos cuáles son las cosas verdaderamente importantes y que hemos olvidado. Solo juntos podremos salir de esto: quedándonos en casa, apoyándonos en la distancia, dedicándonos tiempo, cultivando el amor propio y cuidando de los demás con nuestra propia prudencia. No sé cuánto tiempo estemos encerrados, ni por cuántos meses vivamos con el miedo de contraer o perder a alguien por el Covid-19, pero sé que cuando esto pase, seremos mejores seres humanos y saldremos al mundo con ganas de cuidar, sanar y abrazar a los nuestros. Aprovecha este tiempo para descansar, para limpiarte, para darle prioridad a las cosas importantes, para salir listo para cambiar, crecer y marcar una diferencia. Y, sobre todo, tómate tu tiempo para enfrentarte a este trauma de la mejor manera posible para ti. Cuidar de ti mismo también es ser productivo. No hay mejor momento para ponerte en primer lugar. 

¡Mucha fuerza! Estamos juntos en esto.

Importante: El programa NY Well de Nueva York ofrece una serie de recursos para apoyar emocionalmente a las personas cuyos síntomas de estrés sean abrumadores y les cueste sobrellevar la situación con el Covid-19, a través de la línea telefónica 1 (888) NYC-WELL. También se ha habilitado una línea gratuita de salud mental para pacientes que tengan el virus al número: (844) 863-9314. La línea nacional de prevención del suicidio es (800) 273-8255. No tengas miedo de pedir ayuda cuando la necesites. No estás solo. 

- Recomendamos -

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »