El Lincoln Center de Nueva York ha lanzado este verano una ambiciosa serie de conciertos y eventos culturales, destacando por su enfoque inclusivo y accesible para todos. Bajo el nombre de Summer Sounds, el ciclo de actividades, que se desarrolla dentro del programa Summer for the City, ha logrado transformar el prestigioso complejo cultural en un espacio de encuentro para diversos públicos. Con una programación gratuita y sin restricciones de acceso, el Lincoln Center ha derribado barreras económicas y sociales, haciendo que la cultura de alta calidad esté disponible para comunidades históricamente marginadas, al tiempo que promueve un ambiente de equidad y representación.
Durante los meses de junio, julio y agosto, miles de neoyorquinos de diferentes orígenes han podido disfrutar de espectáculos musicales en los emblemáticos espacios al aire libre como el Damrosch Park y la Josie Robertson Plaza. Sin importar su nivel económico, los asistentes han compartido momentos de música clásica, jazz, ritmos latinos y otras expresiones artísticas que reflejan la rica diversidad cultural de la ciudad. Esta apertura no solo rompe las normas de acceso de la música tradicionalmente elitista, sino que también invita a la comunidad a ser parte activa de la experiencia artística, ya sea llevando sus propios bocadillos o simplemente disfrutando de la música sin la presión de las convenciones sociales.
La curaduría de los eventos, diseñada para ser representativa de diversas voces y comunidades, ha incluido presentaciones de artistas inmigrantes, músicos queer y talentos con discapacidades, subrayando el compromiso del Lincoln Center de dar espacio a aquellos que generalmente son excluidos de los grandes escenarios. Con el respaldo de iniciativas como esta, el festival se convierte en un claro ejemplo de cómo el arte puede ser un puente hacia la integración y la pertenencia. Al ofrecer una plataforma a artistas que rara vez acceden a espacios tan prestigiosos, se destaca la importancia de la cultura como motor de cambio social.
El evento de este año también ha incluido actividades multidisciplinarias como danza social, lecturas de poesía y presentaciones de Silent Disco que han añadido una capa de interacción creativa entre los asistentes. Un claro ejemplo de esta diversidad artística es la presentación del cuarteto Brooklyn Rider, que, con su colaboración con el músico iraní Kayhan Kalhor, fusiona cuerdas occidentales con tradiciones musicales persas, creando una experiencia única que conecta distintas culturas a través del lenguaje universal de la música.










