En el mundo del entretenimiento nada escapa a la omnipresencia de la inteligencia artificial. Ya sea en redes sociales, plataformas digitales, televisión, cine o cualquier otra forma de espectáculo, la inteligencia artificial encuentra siempre una manera de aligerar las labores humanas al efectuar -en segundos- las tareas más demandantes: elaborar gráficos, generar animaciones, producir fotomontajes, etc.
Pero, qué sucede con el arte… ¿Llegará el momento en que la inteligencia artificial se sincretice con el talento del artista? Y qué pasará con la obra de autor que emplee a la inteligencia artificial: ¿se seguirá considerando arte? Quizá habría que retomar las disertaciones de Walter Benjamin en su escrito La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica para replantear estas reflexiones en la era digital.
Y precisamente es la relación entre la inteligencia artificial y la Literatura el tema que aborda la obra de teatro McNeal, presentada por el Lincoln Center Theater en el Teatro Vivian Beaumont. Solo que, curiosamente, este montaje no está atrayendo la atención de la audiencia por su planteamiento filosófico, sino por marcar el debut en Broadway de la estrella fílmica Robert Downey Jr., quien encarna al personaje que da nombre a la pieza: Jacob McNeal.
Acompañado de un experimentado cuadro de actores como Andrea Martin, Melora Hardin y Ruthie Ann Miles, junto otros debutantes en Broadway, Robert Downey Jr. despliega -con irresistible encanto- sus dotes actorales para confeccionar a un McNeal atribulado por haber recibido, el mismo día, la mejor y la peor noticia de su vida (profesional y personal). Es decir, en el mismo minuto, McNeal se entera que ha llegado a la cima de su carrera literaria, justo cuando le comunican su desahucio médico.
A partir de esta dicotómica noticia, McNeal se embarcará en una espiral destructiva que le conducirá a un inexorable desenlace fatal. Una vorágine que consumirá a todos los seres que le rodean (su hijo, su agente, su medico) y que, paradójicamente, es en este estadío donde también encontrará una manera de redimirse: seguir creando con la ayuda de la inteligencia artificial.
Para regocijo del público, Robert Downey Jr. consigue una interpretación conmovedora en McNeal. Los asistentes desbordan empatía hacia su personaje y la escena final de la obra contiene un moderno monólogo cuyo impacto radica en que Downey Jr. lo enuncia en el más puro estilo shakespeariano… Y es en esta escena que el actor erradica cualquier duda sobre su capacidad interpretativa en las tablas. Lo irónico de este final es que fue escrito mediante un asistente de inteligencia artificial.
El experimentado y galardonado director, Barlett Sher, conduce la acción de manera constante y consigue que la historia fluya con naturalidad para atrapar a la audiencia; incluso los efectos visuales se emplean para servir de enlace entre cuadros y escenas. Se debe destacar la impecable labor del equipo de producción: escenografía, diseño de iluminación y sonido que son clave para el discurso de la obra.
Al considerar la suma de sus partes, el todo del montaje de McNeal se convierte en un tour de force que dura alrededor de 105 minutos, sin intermedio. Un montaje contundente que posee todos los estándares de calidad del Lincoln Center Theater y que está destinado a llenos totales durante toda su temporada.