Desde un primer momento, el autor y director argentino Claudio Tolcachir esboza en su obra Próximo un planteamiento por demás difícil de responder: “¿Podemos amar sin tocarnos, sin olernos, sin conocer la piel?”, se lee en el programa de mano. Y en los minutos iniciales de este íntimo montaje no hay evidente respuesta pues el desconcierto es lo que impera entre la audiencia que presencia los diálogos sostenidos entre los dos únicos actores en escena.
Desde luego, este ingenioso artilugio escénico cumple su cometido de enganchar al público, que de inmediato se lanza a desentrañar la historia que se desenvuelve antes sus ojos: por qué se cruzan pero no se tocan, por qué no levantan la vista de sus aparatos para mirarse, por qué si viven juntos se visten tan diferente… El misterio es develado prontamente por los propios protagonistas -Elián y Pablo- quienes clarifican que su convivencia se efectúa a través de una videollamada y que es gracias a los avances telemáticos que esta pareja puede mantener su relación romántica.

Pero en el moderno universo de Próximo, la sencillez y comodidad de la vida moderna es solo un espejismo. Elián (interpretado por Santi Marín) vive en su natal Madrid y es un incipiente actor; mientras que Pablo (encarnado por Lautaro Perotti) emigró de Buenos Aires a Sidney y labora como afanador en un hospital. Al comienzo de la obra, Elián lleva una aburguesada vida y Pablo trabaja mucho pero su puesto está bien remunerado; poco a poco, sus vidas irán transformándose. El madrileño vive con su padre, el argentino dejó a su madre sola y dichas relaciones familiares determinarán sus destinos.

Este reciente montaje de Próximo se efectuó en el Teatro del Barrio en el vecindario de Lavapiés, un espacio pequeño pero muy propicio para la complicidad que requiere la obra de Tolcachir. Y es que el equilibrio planteado en el trazo escénico requiere de una exactitud física y espacial. Con ires y venires en una superficie que hace de apartamento o calle, ambos protagonistas se irán compenetrando y descubriendo que su necesidad del uno por el otro crece de manera inversamente proporcional a la distancia física que los separa.
Lo que hace de Próximo una obra moderna es que su autor es un hombre de su tiempo. Tolcachir sabe muy bien cómo se viven los romances en el ciberespacio: maneja el arte del flirteo digital, pone a sus protagonistas a mandarse nudes para que luego se arrepientan y retrata la angustia que se genera en una persona cuando la otra no responde a las llamadas o ‘deja en visto’ los textos. Además, el autor argentino desglosa hábilmente el mundo gay: profundiza en las aristas del amor entre dos seres del mismo sexo que conviven a la distancia, conoce las sutilezas del cachondeo y las (in)seguridades que conlleva una autoestima fincada en el aspecto físico.

Pero lo que más sorprende de Tolcachir es que también conoce a la perfección la vida de un inmigrante y, con precisión quirúrgica, disecta el desamparo de aquellos indocumentados que amén de sobreponerse al miedo que les genera su estatus migratorio, diariamente deben salir a buscarse el sustento en un país cuya lengua no dominan. A través de contrastes y comparaciones, Tolcachir brinda un retrato fiel de aquellos que viven diversos tipos de vejaciones ya sea por la distancia, las redes sociales, sus orientaciones o su ubicación geográfica, pero que a pesar de todo se doblan pero no se rompen.
En Próximo, las almas y cuerpos de Elián y Pablo se acercan conforme avanza la historia pero Tolcachir también logra que dicha proximidad se extienda a su audiencia: los asistentes suspiran, y hasta reaccionan con discretos sonidos guturales. Y al caer el telón, el público aplaude a rabiar porque han descubierto que el amor moderno sigue aquí -pese a las redes, orientaciones o leyes- al alcance de la mano, tan próximo a todos como siempre.