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Ritmos latinos del Buena Vista Social Club resuenan en Broadway

Las enervantes guitarras y los mágicos sonidos de las cálidas noches de La Habana llegan a Broadway a través del musical Buena Vista Social Club.
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Luego de haberse estrenado el año pasado en el Atlantic Theater, el musical Buena Vista Social Club se transfiere al circuito mayor del teatro en Nueva York: Broadway. A pesar de contar con un montaje revitalizado que lo hace más espectacular, la historia de los icónicos músicos cubanos mantiene su cálida y conmovedora esencia que la caracterizó en el off-Brodaway.

 

De sobra se conoce que las características de ambas esferas de la industria teatral neoyorquina son diferentes, pero tres miembros de su elenco: Julio Monge, Mel Semé Santiago y Renecito Ávich abordan algunos de los aspectos que más les han impactado durante esta transición.

“Bueno, es una escala mayor. Los recursos son más vastos y hay un público más amplio. La sala que teníamos en el Atlantic era de 200 personas y ahora son 1080 o algo así. O sea, que se ha elevado la producción y esa es la diferencia: la proyección es más amplia”, explica Julio Monge quien interpreta a Compay Segundo.

La compañía de BVSC en Broadway (Foto: Matthew Murphy)

Aquella escenografía del montaje off-Broaway era muy íntima y sumamente creativa, porque en el segundo piso uno podía creer que estaba en el malecón de La Habana. Y ahora, esta escenografía ha cambiado, ¿se mantiene o se ha expandido?

“La escenografía sigue teniendo un aspecto íntimo y reminiscente de lo que es la vida en La Habana, pero realmente sí que se ha aprovechado bastante más el espacio. Hay otras posibilidades técnicas también para crear un poco más de sinergia entre una escena y otra, y realmente creo que la gente va a disfrutar mucho del montaje que se ha creado. Es como viajar en el tiempo, porque una vez que se apagan las luces del teatro y ves esa escenografía y comienza la trama de la obra de la historia que se cuenta, es realmente es como estar en La Habana”, detalla Mel Semé Santiago quien en la escena encarga a Ibrahim Ferrer.

La compañía de BVSC en Broadway (Foto: Matthew Murphy)

Este montaje de Buena Vista Social Club tiene la peculiaridad de tener sus diálogos en inglés pero las canciones se interpretan en español. Esto es una apuesta muy intrépida para una audiencia que en Broadway es predominantemente angloparlante.

“Este musical es un fenómeno de renacimiento. Así como lo fue también el álbum y así lo siento también en la obra. Estoy convencido de que es un renacer de estas canciones en un escenario tan precioso y en condiciones artísticas nunca antes vistas. Lo que las personas van a experimentar en el musical es algo mágico, tanto como lo es ese álbum creado en 1997. Hay explosión armónica de esta música de tantos años, que tanto amamos y que rompe barreras de idioma. Es algo global”, acota Renecito Ávich, el encargado de dar vida a Elíades Ochoa.

Entonces, ustedes han escuchado el álbum y vieron el documental de Wim Wenders. Es decir, están muy familiarizados con la historia, además de que la música es sumamente conocida en Latinoamérica.

“Me gustaría añadir que, si bien es un homenaje a este álbum con el que renació la música cubana y que muchas personas tienen de referencia al filme de Wenders, la obra de teatro no es una copia del documental. Nuestro musical es un homenaje a la historia de los músicos que formaron parte de este álbum y de ese proyecto. Obviamente, está hecho de una manera poética, pues la obra es una gran metáfora”, aclara Santiago.

La compañía de BVSC en Broadway (Foto: Matthew Murphy)

Hay un tema escabroso que se debe mencionar porque el año pasado hubo algunas voces inconformes de que el elenco incluyera protagonistas que no eran hispanohablantes.

“Pienso que se debe tomar como una muestra de respeto y admiración hacia nuestra música. Y que haya personas cuya lengua nativa no sea el español pero que tengan el coraje y el nivel artístico de representarlo en el escenario de esa forma, es algo que nos llena de orgullo”, subraya Ávich.

Por su parte, Mel Semé añade: “Y además el arte es expansivo. Claro, el arte no es necesariamente una cosa que tiene barreras o pautas. Entonces, siempre y cuando lo más importante sea que el arte esté en su máxima expresión, nada más importa. Y el ejemplo de la ópera es el más claro: la mayoría de las personas que interpretan ese género, su idioma nativo no es el italiano o el idioma en que esté escrito esa obra. Esta es una obra teatro y es un homenaje cultural muy importante que, al mismo tiempo, es arte. Por lo tanto, el arte puede tomarse las licencias poéticas que sean necesarias para que su expresión llegue al máximo”.

Y Julio Monge concluye de esta manera: “Estamos trabajando para lograr una fidelidad en el trabajo y estamos muy bien apoyados. La producción nos tiene a Rossy Berrido que es nuestra directora de dialecto. O sea, se están facilitando a la compañía todas las herramientas necesarias para serle fiel a la historia y a esos personajes”.

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