El simple hecho de que este nuevo Romeo + Julieta se realice en el teatro Circle in the Square, uno de los espacios más alternativos de Broadway, conlleva un compromiso de innovación en su montaje. Y esta propuesta del director Sam Gold satisface a las almas más exigentes y, desde luego, deja extasiados a aquellos jóvenes espíritus que se acercan a este clásico por primera vez.
Lo que más destaca de este R+J de Sam Gold es la predominante juventud de su elenco, un factor que le otorga mayor credibilidad a esta tragedia adolescente. Además, este ensamble actoral es dinámico y Gold canaliza esa fuerza interpretativa para que se despliegue a lo largo de dos horas y no decrezca ni un ápice su trepidante acción. Desde la primera escena, los jóvenes actores contagian con su energía y cautivan en su recreación de una ambivalente Verona: antigua en su lenguaje pero posmoderna en su look; violenta en sus duelos, mas tierna como osito de peluche.
La Verona de R+J es atemporal y sus habitantes, además de ser ‘de género fluido’, también son universales. Todas las razas están representadas en esta sociedad donde lo único que rivalizan son los apellidos: Capuleto y Montesco. Romeo es blanco y Julieta es hispana. Los padres de ella son ambos interpretados por un actor afrodescendiente, Sola Faridan. Y en este juego de múltiples roles, Teobaldo y la nodriza los actúa con dicha fluidez, Tommy Dorfman. Destaca en esta multirrecreación de personajes la actuación de Gabby Beans, quien con meticulosa naturalidad encarna a Mercucio, el fraile y al príncipe.
Desde luego, la lozanía (y estrellato) de sus protagonistas, Kit Connor y Rachel Zegler, eleva el montaje a un estratosférico nivel hollywoodesco. Pero lo maravilloso de este R+J es que ambas figuras dejan de lado su fama para confeccionar una labor histriónica tan inspiradora que la audiencia termina conmovida ante el trágico desenlace. En las funciones se puede ver a los jóvenes coreando las canciones (porque las hay) y padeciendo vicariadamente las desventuras de los amantes.
Otro factor clave para este modernísimo R+J es la inclusión de un DJ que no solo dicta el ambiente musical, sino también acentúa la emocionalidad de las escenas. Y es que al sumar esta disposición melódica a la iluminación del escenario circular del Circle in the Square, el público queda inmerso en la historia, pues tiene una visión completa de lo que acontece en las tablas. La disposición del teatro es como si fuera una arena y propicia que los asistentes no pierdan ni un solo momento de la historia.
Una de las escenas más esperadas es la del encuentro de los jóvenes amantes en el balcón de la mansión de los Capuleto, donde tradicionalmente Julieta asoma a su ventana y Romeo debe de trepar por la tapia para alcanzar los labios de su amada Julieta… Y en Circle in the Square la representación de este momento arranca los suspiros del público cuando el atlético Kit Connor salta hasta alcanzar la barra de un balcón suspendido donde Rachel Zegler lo espera con un tierno ósculo.
Si bien hay licencias que se toman con los diálogos del texto, su esencia se mantiene intacta. Y es que estas ligeras modificaciones son permisibles en los clásicos, especialmente cuando su fin ulterior es acercarlos a nuevos lectores. En ese sentido, este montaje de R+J conquista al público con una prodigiosa belleza que pocas veces alcanza un equilibrio tan armónico en escena. Si hay un boleto en todo Broadway que vale lo que cuesta es este montaje del Cisne de Avón… ¡Corran a conseguirlo, no se arrepentirán!
