Cuando un dramaturgo logra que su texto recree fielmente una realidad, está muy cerca de cumplir con una función social del teatro: la de denuncia. Y esto es precisamente lo que sucede con la puesta en escena de IATI Theater: Temporada de ciervos, del autor mexicano, Manolo Díaz, oriundo de Mazatlán, Sinaloa. La obra se convierte en un testimonio de cómo son violentados los barrios populares en ciudades dominadas por los cárteles del narcotráfico.

Nada propenso a las exageraciones y sin sentimentalismos, Díaz confecciona un microcosmos en donde se diseccionan los orígenes de la violencia en la colonia Casa redonda. Conforme avanza su historia se va planteando, poco a poco, cómo los habitantes del vecindario están siendo cercados por actos que terminarán asfixiándolos hasta la muerte. Todo visto siempre a través de los ojos de Roberto, el personaje principal de este drama, un chico de 12 años huérfano de madre y que vive con sus abuelos.

Con una convincente inocencia, Roberto es interpretado por los dos protagonistas de Temporada de ciervos: Cecilia Petrone y Marco Vega, un par de histriones mexicanos que realizan un inigualable despliegue de talento. Estos jóvenes actores también dan vida a todos los personajes de la obra sin importar edad o sexo; así que ambos encarnan a paterfamilias, abuelos, maestros, policías, chavos y hasta seres celestiales. Con un ánimo que nunca decrece y una exactitud que jamás yerra, Petrone y Vega deslumbran haciendo acopio de una fuerza física e interpretativa que en todo momento está bien contenida y encauzada.

Temporada de ciervos se ejecutó con un montaje sencillo en un espacio escénico perfectamente delimitado dentro de la caja negra del recinto. Sin más recurso que el atrezo empleado por sus intérpretes que va desde un chal para la abuela hasta un palo que se convierte en fusil en manos de un arcángel. Sin embargo, la dramaturgia de Díaz conduce al público y lo lleva a crear las dimensiones teatrales que necesita la obra. De esta manera, ambos personajes recorren las calles de Casa redonda, los pasillos escolares, se asoman a los barrancos y hasta toman un autobús con rumbo a Tijuana.

Bajo la acertada dirección de Antígona González, Temporada de ciervos se convierte en un montaje de alta precisión donde un meticuloso trazo escénico exige a sus actores desenvolverse con un diminuto margen de error. “Sabía que por la naturaleza de la obra y de la producción tenía que ser algo muy sencillo en términos de escenografía, solo requería de algunos elementos escénicos. Así que empezamos a hacer experimentación física y entrenamientos de viewpoints, incursionar en el espacio con los objetos. Y abordamos cada escena o personaje a partir de la exploración física. Tratamos de partir no solo del texto sino de la naturaleza orgánica del cuerpo”, comenta la directora regiomontana.

La escena teatral neoyorquina debe seguir nutriéndose de las voces actuales y contemporáneas que representen todas las nacionalidades de la realidad hispana. Ya sea con concursos de dramaturgia o con incubadoras de proyectos escénicos, los resultados pueden ser maravillosos, sirva como muestra este mexicanísimo montaje de Temporada de ciervos.
Para entradas y horarios de otros montajes consulte el sitio web: iatitheater.org