De Jasper Johns en el Whitney a John Chamberlain en el Gagosian

Hasta el 13 de febrero en el Whitney Museum of American Art, 99 Gansevoort Street, Manhattan
La retrospectiva dedicada a Jasper Johns en dos sedes, que se presenta simultáneamente en el Whitney y en el Museo de Arte de Filadelfia, está concebida como una única exposición, con galerías en cada sede que exploran variaciones de temas relacionados (por ejemplo, una sección dedicada a los “sueños”, o imágenes surrealistas inspiradas en Picasso, es paralela a una sección de “pesadillas” en el PMA).
La muestra celebra la práctica prolífica y en constante evolución del artista, e incluye algunas obras inéditas de un artista cuya carrera está ya firmemente asentada en la historia del arte estadounidense. Desde sus omnipresentes obras de encáustica y metal que representan banderas y números de EEUU. hasta los espectros de figuras de palo que predominan en sus obras posteriores a la década de 1990, que representan meditaciones sobre la muerte, la exposición explora los motivos que se convirtieron en puntos de obsesión para Johns en distintos periodos de su carrera.
Tal vez la parte más intrigante de la exposición sea una sala dedicada a documentos de archivo y fotografías, que relata la larga relación del Whitney con Johns. Incluye un comunicado de prensa para su retrospectiva de 1978 en el museo y un “cuestionario de artista” sobre la filosofía y los materiales y métodos que hay detrás de la obra Studio (1964), la primera de las más de 220 obras que el Whitney ha adquirido del artista.

John Chamberlain: Postura, ritmo e inclinación
Hasta el 11 de diciembre en Gagosian, 522 West 21st Street, Manhattan
Esta exposición, que abarca toda su carrera, es la primera gran presentación de las enigmáticas esculturas de acero triturado de John Chamberlain desde su retrospectiva en el Solomon R. Guggenheim Museum en 2012. Al igual que la retrospectiva, la muestra ha sido organizada por la eminente comisaria Susan Davidson, amiga y estudiosa del fallecido artista. “John estaba atento a la dureza y la fisicidad de su obra: era un tipo auténtico”, dice Davidson. El uso que Chamberlain hacía de los materiales y la atención que prestaba a la escala estaban fuertemente influenciados por su estancia de tres años en la Marina estadounidense y su observación del poder de mando de la maquinaria industrial. “Una vez dijo que si se consigue la escala adecuada, el tamaño no importa”, añade Davidson.
La muestra comprende una serie de armaduras de automóviles que empequeñecen al espectador con su presencia cruda e indudablemente masculina. Por ejemplo, la enorme Tambourinefrappe (2010) amalgama un coche de época con tiras de acero cromado pintado. Las obras invitan visual y lingüísticamente a una consideración escrupulosa. Cada una de ellas lleva un título poético y, en ocasiones, humorístico, que recuerda los estudios de poesía de Chamberlain en el Black Mountain College en la década de 1950.

Laboratorio de mandalas: Donde las emociones pueden convertirse en sabiduría
Instalación de larga duración en el Museo Rubin, 150 West 17th Street, Manhattan
El verano pasado, el Museo Rubin anunció que despejaría sus galerías del tercer piso de arte del Himalaya para construir el “Mandala Lab”, una exposición de larga duración que pretende fusionar los principios budistas con instalaciones interactivas concebidas con artistas contemporáneos como Laurie Anderson y Sanford Biggers.
El ambicioso proyecto, que se inaugura esta semana, resulta incongruente con el museo y su inimitable colección, ya que parece dirigido a los niños que se adentran en la filosofía oriental. Los visitantes se encuentran primero con una serie de máquinas que emiten olores, cada una de ellas complementada con un vídeo de un artista que relata sus recuerdos sobre determinados olores (Anderson sobre el humo de los cigarrillos; Biggers sobre el incienso del templo). En lugar de calmar los sentidos, los olores permanecen en el aire de forma punzante.
A costa de que algunas joyas de la colección Rubin queden relegadas al almacén, hay una señalización de afirmación de la vida en toda la planta; una escultura brillante en forma de mandala en el centro, obra de Palden Weinreb, en la que se anima a los visitantes a practicar ejercicios de respiración; y una serie de gongs que pueden golpearse y sumergirse en el agua, creando sonidos triposos.