Los reyes de la opereta anglófona son, indiscutiblemente, W. S. Gilbert y Arthur Sullivan. Un par de talentosos compositores ingleses de finales del siglo XIX que hicieron las delicias de los aficionados al género con obras como: H.M.S. Pinafore (1878), Los piratas de Penzance (1879) y El Mikado (1885), cuyos montajes perviven en la actualidad. Y para regocijo de los seguidores de esta dupla, letrista (Gilbert) y músico (Sullivan) son versionados para este siglo gracias a la compañía productora Roundabout Theater en Pirates! The Penzance Musical.

Lo primero que deben de saber los fieles de Gilbert y Sullivan es que esta nueva versión de los piratas está adaptada para el público de Broadway: se otorgaron muchas licencias narrativas y se tomaron prestadas varias canciones de sus otras operetas. Así que estos piratas no tienen pureza pero sí riqueza; se trata de un producto diseñado para complacer a la audiencia del Broadway moderno. Y las modificaciones son efectivas pues hacen más accesible la historia de un género menos frecuentado en la actualidad.

Y como los clásicos deben romperse para poder reformularse, en su escena inicial Pirates! The Penzance Musical presenta a sus propios autores como personajes que explican su decisión de estrenar en Estados Unidos el espectáculo de Los piratas de Penzance a fin de evitar que sus obras sigan siendo víctimas de la piratería… Interesante ironía esa de ‘piratear’ a una obra de piratas… Y es que la anécdota es verídica: tras el estreno de H.M.S. Pinafoe en Londres, para el año 1878 Nueva York contaba con unos 15 montajes clandestinos que no pagaban derechos de autor. Por lo que Gilbert y Sullivan decidieron que su siguiente obra, Los piratas de Penzance, se estrenaría en la Gran Manzana y posteriormente se trasladaría a Londres.

Pero en un acertado giro de esta adaptación, Pirates! The Penzance Musical se estrena en 1880 en el Teatro del Renacimiento ubicado en el barrio francés de Nueva Orleans, una ciudad cuyo contexto histórico registra la presencia de bucaneros. El programa de mano destaca que este recinto fue el primer recinto en permitir la entrada a quien pudiera pagarla, sin excepciones ni exclusiones; es decir, todo un ejemplo de modernidad en una sociedad tan racista y clasista como la estadounidense.

Y para continuar con las bondades de este montaje, es de destacar que su elenco es racialmente diverso e inclusivo desde la perspectiva de género, valga destacar la presencia de Jinx Monsoon en el papel de la despistada nana Ruth. Pero su mayor acierto es el fichaje del veterano actor David Hyde Pierce como el general Stanley y el de Ramin Karimloo como el rey de los piratas. Estas dos reconocidas figuras de Broadway despliegan sus capacidades para enfrentarse en el escenario y entregar en cada número una cuidadosa actuación: ya sea con una reacción minimalista de Hyde Pierce o con el copioso atletismo de Karimloo.

Otro notorio cambio son los arreglos musicales de Joseph Joubert y Daryl Waters. Bajo la hábil conducción de Joubert, la partitura se desliga de su rigidez clásica para dar cabida a un ligero y aceptable coqueteo con el jazz, a fin de cuentas la obra se sucede en la Luisiana criolla y efervescente. Y la trayectoria de Joubert respalda esta incursión jazzista, pues ha sido responsable de musicales como The Wiz, Caroline or Change, El color púrpura y ha colaborado con estrellas del calibre de Diana Ross, Whitney Houston y Jennifer Holiday, entre otras. En cuanto a la dirección, Scott Ellis la conduce con maestría propia de alguien que tiene un cartel impresionante y cuenta con nueve nominaciones al premio Tony, además de varios créditos televisivos como The Marvelous Mrs. Maisel.

Pirates! The Penzance Musical es una exitosa versión, muy al estilo de Broadway, de un clásico que se ha mantenido en el gusto del público que incluso en estas fechas sigue teniendo problemas para entender sus aceleradas letras pero que identifica sin problema los acordes de sus melodías.