En una jugada maestra que favorece el discurso contemporáneo de diversidad e inclusión, la compañía Disney decidió cambiar la historia del origen de uno de los superhéroes clásicos de Marvel: Namor el Submarinero.
Luego entonces, en vez de provenir de la Atlántida, el rey Namor de este siglo es un mutante descendiente de una civilización maya que evolucionó para vivir en el fondo del Mar Caribe. Una aceptable hipótesis a la inexplicable desaparición de los habitantes mayas en algunas ciudades de la península de Yucatán.
Y con esta reformulación étnica, el Universo Cinematográfico Marvel (MCU) incorpora a los pueblos originarios latinoamericanos y, por consecuencia, a sus descendientes criollos, que hasta hace poco habían estado excluídos de las populares cintas de estos estudios fílmicos. Una caricia para los latinos que llega luego de aquellas propinadas a afroamericanos, asiáticos y árabes con productos como Pantera Negra (2018), Shang-Chi (2021) y Ms. Marvel (2022).

En Wakanda Por Siempre (EE.UU., Dir. Ryan Coogler) el mexicano Tenoch Huerta es el encargado de interpretar a Namor, convirtiéndose en el primer histrión hispano que protagoniza un filme. Y si bien Salma Hayek fue Ajak en la multiestelar Eternals (2021), no hay que olvidar que era una historia colectiva.

Huerta infunde a su Namor una credibilidad y ambivalencia propia del superhéroe original, quien siempre fluctuaba entre el bien y el mal. Características propias de una deidad, por lo que era reconocido como K’uk’ulkan, encargado de proteger a la ciudad submarina de Talokán.
La incorporación de elementos mayas fue cuidada a detalle, tanto en los ornamentos personales como en los murales (fiel referencia a los de Bonampak) e incluso en la pronunciación de la lengua.
Lo curioso de Wakanda Por Siempre es el sutil mensaje de empoderamiento femenino y reivindicación para la raza negra que -convenientemente- encuentra su contraparte en los latinos. Por lo que, morenos y mayas, deberán enfrentar la disyuntiva de forjar una alianza o destruirse mutuamente.
Todo esto bajo la sombra de una amenaza caucásica, encarnada por la ambición de las grandes potencias como Francia y Estados Unidos. Aunque, también los blancos cuentan con una desinteresada integridad, encarnada por el agente Everett K. Ross.
La salomónica moraleja es que hay buenos y malos en todas las razas. Y que, aquellos que procedieron mal, pueden redimirse a través de sus acciones. Además de que no hay diferencia entre géneros, pues tanto hombres como mujeres son equivalentes en fuerza, temple y liderazgo.