Para entender el concepto de la expresión yellow face uno debe de remontarse a aquella práctica ancestral del espectáculo en la que los actores de raza blanca se ‘maquillaban’ o usaban prostéticos para salir a escena a interpretar personajes de otras razas, en este caso, asiáticos.
Sin embargo, esta costumbre de maquillarse la piel tiene sus orígenes en la aberrante blackface donde los actores aplicaban betún al rostro para oscurecerse la tez. Tal es el caso de The Jazz Singer (Dir. Alan Crosland, 1927) donde Al Johson dio vida al hijo de un cantor religioso judío y se pintaba la cara para que no ser reconocido. Mas para retomar el caso de los asiáticos, basta mencionar las series del infame Dr. Fu-Manchú o del detective Charlie Chan.
Si bien este truco para el entretenimiento de masas es motivo de vergüenza en los Estados Unidos, se debe recordar que también fue recurrido en varios países por todo el mundo. Tan solo hace falta evocar aquella innombrable afrenta de los comediantes mexicanos que imitaban a miembros de los pueblos originarios para ridiculizarlos creando personajes tan infames como ‘La india María’ o ‘Régulo y Madaleno’. Que si bien no hay maquillaje especial en su personificación, sí implican una suplantación de razas.
Hoy día, al referirse al yellow face, resultaría muy válido preguntarse: ¿por qué en Estados Unidos no incluían en el elenco a actores de ascendencia asiática? La respuesta es el Código Hays, “un conjunto de directrices internas que los grandes estudios acataron antes de que las películas pudieran ser distribuidas, desde 1930 hasta 1968. El código incluía una serie de requisitos propios de la sociedad estadounidense, entre los que se incluía la prohibición de cualquier encuentro sexual entre actores de diferentes razas. Con esa restricción, contratar a una persona asiática como actor principal en una película descartaría que ese personaje tuviera relaciones sexuales con otro a menos que también fuera asiático”1.
En la historia de Yellow Face el protagonista es el propio David Henry Hwang y la acción comienza cuando el dramaturgo ha coronado su carrera luego de ganar varios premios Tony tras el éxito de M. Butterfly. El primer conflicto que D. H. Hwang enfrenta es la protesta con la llegada del musical Miss Saigon a Broadway que trae consigo a Jonathan Pryce interpretando uno de los personajes principales, el Ingeniero… Y es que a ojos de la comunidad asiático-americana esta transferencia de Londres a Nueva York, conlleva aceptar precisamente el satanizado maquillaje amarillo del rostro de los histriones blancos.
Paradójicamente, estos incipientes pasos de David Henry Hwang en el activismo lo convierten en un blanco fácil de manipular. Por ejemplo, el actor B.D. Wong lo usa para obtener el papel del ingeniero en Miss Saigon y, sin proponérselo, el dramaturgo estará a punto de ocasionar una catástrofe de proporciones épicas al provocar que Cameron Mackintosh amenace al sindicato de actores, Actors’ Equity, con retirar su producción de la ciudad por no tener un ambiente que garantice la seguridad de su exitoso montaje.
Conforme avanza su anecdótico relato, David Henry Hwang revela que tras superar el escándalo de Miss Saigon, optó por una solución que le permitiera aportar un antídoto al abominable coloreo cutáneo: continuar contando historias con protagonistas asiático-americanos y cuyas temáticas se identificaran con esta comunidad. Sin embargo, para su siguiente obra en Broadway, Hwang selecciona -accidentalmente- a un actor caucásico para que dé vida a su personaje asiático. Y a pesar de que se trata de una terrible confusión, Hwang termina cometiendo el error que tanto criticó: propiciar el yellow facing.
La efectividad de Yellow Face radica en que su director, Leigh Silverman, propone una escenografía deliberadamente desprovista de toda grandilocuencia y se decanta por juegos de luz y sonidos funcionales. Y con esto consigue que el impacto se centre en los diálogos y en la acción ininterrumpida de sus escenas.
Sin embargo, la idea que irrumpe con estruendo entre aquellos con una conciencia igualitaria es que la discriminación racial sigue latente en los Estados Unidos. Que si bien no es sorpresa alguna, sí reafirma aquel pensamiento de que las leyes de equidad vencen, pero no convencen. En Yellow Face la verdadera víctima del racismo estadounidense es el padre del dramaturgo, Henry Yuan Hwang, quien desde su país natal siempre mantuvo el sueño americano (quería ser como sus ídolos cinematográficos: Gary Cooper y Frank Sinatra) hasta que el propio sistema lo enjuició y aniquiló solo por el color de su piel.
1 https://www.history.com/news/yellowface-whitewashing-in-film-america