El arte de Nueva York siempre destacará sobre el de otras regiones, pues no solo es conocida como “la ciudad que nunca duerme” o “la capital del mundo”, sino que también podría decirse que es la ciudad más cultural del planeta, gracias a su inmensa diversidad de razas, culturas y colores.
La temporada cultural de nuestra maravillosa ciudad arrancó con una propuesta innovadora que fusiona la historia del cómic y la ópera. El 21 de septiembre, el Metropolitan Opera dio inicio a su temporada con una adaptación operística de The Amazing Adventures of Kavalier & Clay, la exitosa novela de Michael Chabon. Dirigida por Bartlett Sher, con libreto de Gene Scheer y música de Mason Bates, esta obra no solo revive el nacimiento del cómic en los años 40, sino que lleva a los espectadores a un viaje sensorial a través de tres universos visuales y sonoros. La propuesta promete ser una de las más vanguardistas de la temporada.
Con información de Infobae
La escenografía, creada por Jenny Melville, descompone tres mundos visuales distintos que se representan de manera única en el escenario. En Europa, los escenarios se presentan en blanco y negro, evocando la atmósfera de la Segunda Guerra Mundial, con una partitura que refleja la tensión del momento histórico. La ciudad de Nueva York, el segundo universo, se caracteriza por un realismo tangible, utilizando una estética más naturalista y una música vibrante inspirada en las big bands de la época. Por último, el mundo del cómic se presenta a través de proyecciones digitales que muestran el proceso creativo de los personajes, con una paleta sonora que combina electrónica y orquestación Technicolor.
A lo largo de la obra, la música de Bates acompaña y refuerza cada cambio de escenario, creando una experiencia inmersiva que trasciende las barreras del tiempo y el espacio. La ópera no solo habla de la lucha creativa en tiempos de opresión, sino que también plantea una reflexión sobre el papel del arte en contextos políticos difíciles, algo especialmente resonante hoy en día. Como señaló Bates, la obra explora cómo “buscamos una fuerza del bien cuando nos enfrentamos al autoritarismo”, una temática vigente desde los años 40 hasta la actualidad.
Mientras tanto, la ciudad no deja de ofrecer propuestas artísticas de gran nivel. El Museum of the City of New York, por ejemplo, presenta hasta abril la exposición Robert Rauschenberg’s New York: Pictures from the Real World, donde se puede apreciar la mirada única de Rauschenberg sobre la ciudad a través de fotografías en blanco y negro. Además, Powerhouse Arts en Brooklyn ofrece una experiencia innovadora con la coreografía de Mette Ingvartsen en Skatepark, donde el skate y la música se mezclan para generar una atmósfera única de experimentación y convivencia.
La agenda cultural neoyorquina también se destaca por la diversidad de propuestas que abarcan desde la memoria hasta la identidad cultural. En el ámbito de los podcasts, programas como In Our Time y WTF with Marc Maron celebran hitos históricos en su formato. La moda también tiene su espacio, con el cine Metrograph presentando un ciclo de películas sobre la historia de la moda y su influencia en la cultura popular. Esta temporada de otoño en Nueva York se consolida como un crisol de creatividad, donde la historia, la política y la diversidad encuentran su expresión más auténtica a través del arte.
La oferta cultural de la ciudad también se extiende a espacios como el Museum of the Moving Image y el MOMA, que exhiben propuestas que exploran la memoria colectiva y la experiencia humana desde diferentes perspectivas. Desde la obra de Eisa Davis en The Essentialisn’t, que reinterpreta los arquetipos de la feminidad negra, hasta la proyección de clásicos del cine como The Heartbreak Kid, Nueva York sigue siendo un referente mundial para la creación y la reflexión cultural.